Inconsciente en moción (xxiv)

Viernes, julio 3, 2015 0 , , , , Permalink 0
Isamu Noguchi, "Metamorphosis" (1946). MoMA. Abby Aldrich Rockefeller Fund. -

Isamu Noguchi, “Metamorphosis” (1946). MoMA. Abby Aldrich Rockefeller Fund. -

Contemporáneo no quiere decir moderno. Hacer esta distinción es como tomar una escala para entender las diferencias entre, por ejemplo, volver a representar el Cascanueces de forma creativa y relevante o tomar de Martha Graham su figura-firma del pulso en la frente en una obra contemporánea, de forma consciente y significativa. Desde mi punto de vista, el primer gesto es del orden de la subversión: dependiente del contexto que subvierte e independiente de cualquier período histórico o escuela de pensamiento, puesto que es una posibilidad de escritura (o, si se quiere, de lo Simbólico de cara a lo Real). La referencia a Graham, a diferencia de la lectura subversiva del Cascanueces, es antes del orden de la citación fragmentaria, con la que podemos identificar el discurso referencial posmoderno.

No pretendo aquí relativizar el planteamiento ni las formulaciones acerca de lo moderno propuestas por Lyotard y Calinescu pero sí sugiero que lo posmoderno no dejó de ser una modernidad en el sentido en que surgió como una reacción a aquello que lo precedía. El resentimiento es moderno pero ¿qué fue el posmodernismo sino un relativismo resentido? El posmodernismo llegó armado con la artillería teórica del posestructuralismo, la deconstrucción y encontró su motivación o traducción social en movimientos hacia la liberalización de los cuerpos e identidades a la vez que de la reapropiación del suelo.

¿Qué tienen que ver con la improvisación el posicionamiento de los feminismos ante la pornografía en los 90 o las acciones Outrage revelando públicamente la homosexualidad de figuras asociadas al poder? ¿Qué relación pueden tener con la danza el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil, la reivindicación de la memoria histórica en países sometidos a dictaduras como Argentina y España, pero también la culminación del capitalismo en China o del antisionismo en Europa? Por supuesto son preguntas que abren grandes debates si uno se siente interpelado por ellas; mi objetivo aquí es remitir a la relación de escala que ellas suponen entre el cuerpo –entendido como extensión del inconsciente– y lo social –como resultado coreográfico de discursos ideológicos.

Entendido bajo esta luz, mi cuerpo es susceptible de quedarse fijado y enfermarse, de volverse más vulnerable y ser sometido. A otra escala, lo que solemos llamar sociedad es un cuerpo que obedece a la regulación de voluntades, al aparente determinismo de ciertas escrituras, a la inevitabilidad de lo Real. Así pues, el carácter cuestionable de las acciones de Outrage por parte de la llamada comunidad LGBT o el cisma feminista por las distintas interpretaciones del discurso pornográfico son síntomas en el cuerpo social que aparecen gracias a sujetos conscientes de que el comportamiento supuestamente natural responde antes a la prescripción de los movimientos. La estructura de la improvisación se mantiene entonces en estos sucesos políticos, digamos así, tanto en una posición aparentemente conservadora como es la que condena o intenta prohibir la pornografía como en otra aparentemente disruptiva como es la que señala el dedo a supuestos cómplices de la represión institucionalizada de la diferencia sexual. Esta noción de improvisación, a la escala del cuerpo social, muestra así cuán falaz resulta distinguir entre conservadurismo y progreso, entre legítimo e ilegítimo, y cuán relativas y eficientes son las posiciones de poder.

La improvisación es un poder nada, nada despreciable.

No Comments Yet.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *