Jacques Lacan, Seminario XIX “…Ou pire” (1971-1972), final de la sesión del 21 de junio del 1972, versión “rue CB”: pp. 148-9. http://www.lutecium.fr/mirror/gaogoa.free.fr/Seminaires/ou%2520pire/OP21061972.pdf

“Si el deseo tiene interés en el sueño, Freud lo subraya, es en tanto que hay casos donde el fantasma, no se puede resolverlo, es decir apercibirse que el deseo – permitidme que me exprese, puesto que yo soy al final (o: estoy en el final), así – no tiene razón de ser, es que alguna cosa se ha producido que es el encuentro, el encuentro de donde procede la neurosis, la bestia de Medusa, la fenda de hace poco[i] directamente vista en tanto no tiene solución. Es bien por eso, en los sueños de la mayoría, se trata en efecto de la cuestión del deseo, la cuestión del deseo en tanto que (o: sin embargo) remite a mucho más lejos, a la estructura gracias a la que es el a que es la causa de la Spaltung[ii] del sujeto.

Entonces ¿qué es lo que nos une a aquél con quien nos embarcamos, franqueada la primera aprehensión del cuerpo? ¿Acaso estará el analista para echarle en cara el no ser lo bastante sexuado, el no gozar lo bastante bien? ¿Y qué más (a un) aún?[iii] ¿Qué es lo que nos une a aquél que con nosotros se embarca en la posición que llamamos la del paciente? ¿No les parece que, si se lo convoca (conjoint) a este lugar, el término “hermano” que está en todas las paredes (o: muros) – “Libertad, Igualdad, Fraternidad” – yo se lo pregunto, en el punto cultural (o: en la nada, la ausencia de cultura) donde estamos, de quién somos hermanos? ¿De quien somos hermanos en cualquier otro discurso que no sea el discurso analítico? ¿Acaso el patrón es el hermano del proletario? No les parece que esta palabra “hermano”, es justamente aquél a quien el discurso analítico da su presencia, no fuera sino porque él restablece (o: hace volver) lo que nosotros llamamos los pertrechos (barda) familiares. ¿Creen ustedes que es sencillamente para evitar la lucha de clases? Bien, ¡pues se equivocan! Eso atiene a otras cosas que no un jaleo familiar. Nosotros somos hermanos de nuestro paciente en tanto que, como él, somos los hijos del discurso y que para representar este efecto que yo designo como el objeto a, para hacer que ese deser (désêtre) sea el sostén (support), el desecho, la abyección a la que se puede enganchar lo que va, gracias a nosotros, a nacer del decir (de dire), del decir que sea interpretante, por supuesto, con la ayuda de aquello que es a lo que yo invito el analista: a sostenerse, de forma a ser digno de la transferencia, a soportarse en ese saber que puede, de estar en el 1er lugar de la verdad, interrogarse como tal sobre lo que sucede (ce qu’il en est) desde siempre con la estructura de los saberes, desde los saberes de oficio (les savoir-faire) hasta los saberes de la ciencia.

A partir de ahí, por supuesto, interpretamos. Pero quien puede hacerlo si no es aquél mismo que se compromete (engage) en el saber y que, del, hermano ciertamente que somos, nos dará la exaltación, quiero decir de lo que nace de un análisis, lo que nace al nivel del sujeto, del sujeto que habla, del analizante, es una (quelque) cosa que con, por medio de – el hombre piensa, decía Aristóteles, con su alma – el analizante analiza con esta mierda que le propone en la figura de su analista el objeto a. Es con esto que una cosa, esta cosa hendida, debe nacer, cosa que no es otra a fin de cuentas, para retomar una cosa que les ha sido avanzada el otro día a propósito de Peirce, sino el astil por el que una balanza puede establecerse y que se llama justicia. Nuestro hermano transfigurado, es lo que nace de la conjuración analítica y es lo que nos une a aquel al que impropiamente se llama nuestro paciente.

Este discurso “paradoxal”, hay que decir que puede tener sus vueltas de tuerca (o: efectos bumerán: retours de bâton). No quisiera dejaros únicamente a azuzúcar[iv]. La noción de hermano, tan sólidamente sellada (o: frotada) gracias a todo tipo de jurisprudencias a lo largo de los tiempos, de volver a este nivel, al nivel de un discurso, ella tendrá lo que yo llamaba hace un momento sus retornos al nivel del sostén. Yo no les he hablado para nada en todo esto del padre porque he considerado que ya se les ha dicho bastante, explicado bastante, en enseñárselo (.) que es en torno a aquél que es “unno”, que dice un no[v], que puede fundarse, que debe fundarse, que no puede sino fundarse todo lo que hay de universal. Pero cuando volvemos a la raíz del cuerpo, si revalorizamos la palabra “hermano”, ella[vi] va a regresar a toda vela al nivel de los buenos sentimientos.

Puesto que sin embargo hay que no pintarles únicamente el futuro de rosa, sabed que el que va en aumento (monte), que no se ha visto todavía hasta sus últimas consecuencias y que, él, se enraíza en el cuerpo, es el racismo, del que todavía ¡no lo han oído todo!”[vii]


[i] Lacan se había referido un poco antes al sujeto como fenda cuya relación con el objeto asería lo que constituye el fantasma: “Seulement le dire, c’est un autre plan, c’est le discours. C’est ce qui, de relations, de relations et qui vous tiennent tous et chacun ensemble avec des personnes qui ne sont pas forcément celles qui sont là, ce qu’on appelle la relation, la religion, l’accrochage social, ça se passe au niveau d’un certain nombre de prises qui ne se font pas au hasard, qui nécessitent, à très peu d’errance près, ce certain ordre dans l’articulation signifiante. Et, pour que quelque chose y soit dit, il y faut autre chose que ce que vous imaginez, ce que vous imaginez sous le nom de réalité, parce que la réalité découle très précisément du dire. Le dire a ses effets dans ce qui constitue ce qu’on appelle le fantasme, c’est-à-dire ce rapport entre l’objet a qui est ce qui se concentre de l’effet du discours pour causer le désir et ce quelque chose qui, autour et comme une fente, se condense, et qui s’appelle le sujet. C’est une fente parce que l’objet a, lui, il est toujours entre chacun des signifiants et celui qui suit. Et c’est pour ça que le sujet, lui. a été toujours, non pas entre, mais au contraire béant.” (p.145)

[ii] En alemán en el original. Puede traducirse por escisión, hendidura o fisión.

[iii] “Et quoi (en corps) encore?” Literalmente: “¿Y qué (en cuerpo) aún?”

[iv] Susucre es una forma infantil de decir sucre (azúcar) y también se utiliza en el lenguaje seudoinfantil para hablarle a un perro, concretamente para ofrecerle una recompensa (golosina). El neologismo azuzúcar permite mantener la paronimia con azúcar, el aspecto infantil del término francés y la evocación del verbo castellano azuzar, que significa irritar un perro (pero siempre – y eso aquí es lo importante – sin satisfacerlo).

[v] “celui qui “unie”, celui qui dit non” Literalmente: “aquél que une, aquél que dice no”

[vi] “Ella” puede ser “él”, el hermano nombrado por la palabra “hermano”, hermano imaginario que accedería al nivel de los buenos sentimientos: “(…) si nous revalorisons le mot de “frère”, il va rentrer à pleines voiles au niveau des bons sentiments”.

[vii] “(…) dont vous n’avez fini d’entendre parler !” Literalmente: “ (…) del que no habéis terminado de oír hablar!”

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