Entrevista con David Crespo | http://iamdavidcrespo.blogspot.com/
¿Qué ha significado o significa para ti un medio como la fotografía y el vídeo?
Mi percepción y opinión sobre la fotografía ha cambiado mucho en estos últimos tres años. Tanto el vídeo, como la fotografía son sólo dos medios en los que me siento muy cómodo. Yo trabajo mucho desde el arte de acción, y ellos me han dado la posibilidad de trabajar con la performance de una manera en la que pueda olvidarme de la presencia de un público.
[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=Lb3LUnt6mOY]¿Has encontrado en esos medios formas de expresión adecuadas a algo que buscabas entender o enseñar? O más bien ya te atraían la foto y el vídeo y solo después has descubierto que querías representarte a ti mismo?
Ahora mismo estoy realizando un Máster en Arte, Creación e Investigación en la Universidad Complutense de Madrid, pero antes de eso, estudié Bellas Artes en Pontevedra. Allí fue, donde realicé por primera vez una serie fotográfica. Era en el 2004 y yo tenía 19 años, el trabajo consistía en un reportaje de viaje en tren que realizaba de Pontevedra a Vigo. El segundo lo realicé justo después de éste, consistía en una serie de autorretratos con un torso de escayola a tamaño real.
Poco tiene que ver aquellos dos primeros trabajos que realicé con lo que hago ahora, sobre todo, porque creo que nunca volveré a trabajar en analógico y mucho menos en blanco y negro, pero se puede decir que realmente fue en ese segundo trabajo, donde empecé a utilizar mi propia imagen. Aunque nunca estuve muy seguro de lo que realmente hacía, hasta que empecé mi serie monólogo en el 2009 en la escuela EFTI de Madrid, justo acabada la licenciatura.
Para mí, monólogo es el primer trabajo que me define como artista. Se podría decir que es la llave principal a todo lo que viene después.
¿En qué medida te sientes sujeto u objeto de representación?
No me siento tanto como sujeto, me siento “David fotógrafo” o “David performer”. Cuando trabajo solo, soy el fotógrafo, el que calcula, mira, dispara. Siempre estoy muy concentrado intentando crear una imagen lo más perfecta posible. Como a un buen fotógrafo me preocupa la luz, la composición y aunque se me vea en un primerísimo plano, intento que mi figura siempre esté muy integrada en la escena.
Cuando dispongo de algún ayudante altruista, me olvido en gran parte del “David fotógrafo”, y me convierto en “David performer”, donde dejo que el “amigo fotógrafo” de ese momento, disparé las fotografías como mejor crea conveniente. Me gusta mucho esta segunda forma de trabajar, porque dejar en manos de un segundo la parte fotográfica, me ha echo moverme en una serie de imágenes que no se cierran sólo a mi manera de mirar.
¿Consideras que el exhibicionismo o el narcisismo son indisociables de tu auto-representación?
Cuando examino mi obra finalizada, no me veo nunca como un exhibicionista, pero si que lo siento en el momento de hacer la foto o el vídeo. En lo que para nada me encuentro identificado es con la idea de Narciso, pero entiendo perfectamente que pueda ver gente que lo vea de esa manera. No me disgusta que la gente saque ese tipo de interpretaciones.
La primera vez que enseñe una foto en la que aparecía desnudo pensé: tierra trágame. Muchas veces, cuando me desnudo, en realidad lo que hago es un desnudo emocional, más que físico, siempre teñido todo de una manera muy absurda o irracional para quitarle dramatismo a la imagen.
De todas formas ya hace tiempo que no me desnudo en una fotografía, vídeo o performance, porque ahora mismo me encuentro en otro momento emocional, artístico y conceptual de mi trabajo. De echo, creo que la última vez que trabajé conmigo desnudo fue en un making of bastante “informal” sobre una de mis camas de la serie Vacío, pero realmente con ese vídeo no tengo ningún tipo de intención más allá de que sea algo puntual y anecdótico, en el que hacía referencias a cosas que me parecen fascinantes como Jackass o Cam4.
¿Qué importancia tiene la serie Los Bellos Durmientes en el contexto de tu obra? Yo veo ahí una experiencia de liberación, o conversión, en todo caso algo nuevo que se abre.
Cuando empecé la serie de Los bellos durmientes, me encontraba realizando la serie monólogo.Necesitaba salir a exteriores, porque llevaba varios meses trabajando en casas de amigos, y ya me estaba asfixiando un poco. Siempre trabajo con varios proyectos abiertos a la vez, con el tiempo me he dado cuenta, de que esta es la mejor forma de no aburrirme.
LBD es de gran importancia en mi desarrollo como artista, porque es uno de mis proyectos “llave”. Fue el que me abrió la puerta al paisaje, y no sólo a un paisaje de liberación. Mis trabajos de exteriores suelen estar relacionados muchas veces a enfrentamientos conmigo mismo, preocupaciones, la soledad (algo que siempre está muy presente en mi trabajo), las ideas obsesivas, inseguridades e intentos de evasión muchas veces fracasados. Siempre jugando con el humor y lo absurdo, como forma de relacionar la vida con el arte.
A niveles más formales, LBD me ayudaron a descubrir un nuevo espacio de trabajo, el que yo denomino “espacio o paisaje de plástico”, no lugares carentes de memoria, tanto individual como colectiva, espacios periféricos de la ciudad, espacios naturales que se encuentran mutados por la proximidad de la mano del hombre. Estos “espacios de plástico” presentan un gran contraste a los espacios domésticos que suelo utilizar.
En muchos de tus vídeos (p. ej. serie “Vacío”) y en algunas series fotográficas como “Ausentes” hay un décor interior, doméstico. ¿Qué buscas al exponer y reinventar esa especie de ajuares anónimos?
Tanto Vacío como Ausentes son series que realice en espacios domésticos apropiados, es algo que empecé a desarrollar con Monólogo, me interesaba la idea de utilizar las casas de mis conocidos y de la gente cercana a mi mundo personal, como si fuesen mi taller o estudio de trabajo. Casi nunca preparo escenas moviendo el mobiliario, me interesa respetar la decoración de la casa a “mancillar”, para mi eso es muy importante.
De alguna manera esta “ocupación” de casas se puede identificar de alguna manera como una marca de territorio, en un espacio, que no es el mío. Trabajar así, ha sido la manera perfecta de adentrarme en un gran número de historias particulares que me creado en mi cabeza. Por supuesto siempre hay casas que dan más juego que otras, y también hay casas que te piden a gritos que le hagas algo, sobre todo cuando te hallas en una casa, donde todo está absolutamente colocado y parece que reina la perfección.
Una de las cosas que me interesa transmitir con mis diferentes trabajos de casas es, que nunca hay casas perfectas, ni vidas cien por cien ejemplares, lo que uno haga detrás de la puerta de ella puede ser toda una sorpresa.
Las frases que acompañan “Monólogo en paisaje de plástico” y las de “Monólogos” parecen tener funciones muy distintas. En general tus títulos aportan mucho más que un efecto de subtitulado. ¿Quieres decir algo acerca del discurso verbal en tu obra?
Los textos de las fotografías no son títulos, son parte de la imagen final de la obra.
Las fotografías son imágenes que carecen de significado hasta que un espectador llega y le da uno. Cuando realice Monólogo, pude observar que había gente a la que le costaba mucho buscar un significado a mis fotos que les convenciese o les pareciese coherente. No entendía porque la gente necesitaba que le llevase de la mano a un discurso claro y conciso, por lo que empece a añadir textos que yo extraía al azar de mi teléfono móvil en las fotografías. La relación entre fotografía y texto es absolutamente nula, pero mi sorpresa fue observar, que tras la relación absurda entre ambos signos, la gente era capaz de comprender el significado de toda la obra. Ahí se encontraba lo verdaderamente absurdo, pero para ellos eso era lo absolutamente lógico.
El espectador siempre tiene que entender lo que está viendo, y si no lo entiende siempre le echará la culpa al artista.
¿Hay alguna clase de efectos o lecturas que te desagradaría que tu obra suscitara, por ejemplo que se considere que hay en ella elementos de la pornografía? ¿Suelen hacerte objeciones impertinentes?
En el poco tiempo que llevo trabajando creo que me han interpretado un gran número de lecturas e interpretaciones sobre mi trabajo muy dispares, algunas bastante sorprendentes y otras muy graciosas. Yo siempre estoy dispuesto a escuchar a todo el mundo, aunque sea para ponerme a parir, como alguna vez me ha ocurrido. Creo que todo el mundo tiene derecho a opinar, otro asunto es el caso que yo les haga después.
Por lo general no me suelen hacer objeciones impertinentes, más bien proposiciones un poco raras, que por supuesto me encantan. Soy muy dado a crearme y a provocar situaciones extrañas, donde mi trabajo se mezcla con mi vida personal.
Hay una performance en la que describes un modo de hacer: alguien queda contigo en una estación de metro, te sigue, etc. ¿Es un deseo de hacer tu obra más permeable a la alteridad, a lo extraño, o de dar alas a lo imprevisible? ¿Hay algo más en juego? ¿Es puro juego?
Esa obra de la que hablas es una performance que realice a dúo con un amigo. Yo dirigía la primera parte, con las pautas que se pueden leer en el blog y él se encargaba de rematarla a su interés. Fue algo muy experimental, realmente no tenía grandes pretensiones, me interesaba ver que ocurría, y ver si de ahí podía sacar algo nuevo en lo que poder meter la cabeza.
Por supuesto lo imprevisible como tema me gusta, verte en situaciones extrañas, que a poder ser no sean muy perjudiciales, y ver que puedes sacar de ello.
En las performances con/sin calzoncillos supuestamente de otros, incluso asociados a nombres masculinos, yo leo una crítica a la propiedad privada, quizás al asco o al pudor. Siendo tú el primer espectador de tu obra, ¿donde situarías su potencial subversivo?
El calzoncillo es la prenda más íntima del hombre, por esa razón se me ocurrió que podía pedirles los calzoncillos a los hombres que se cruzan en mi vida: amigos, compañeros etc. Para usarlos durante un día entero. Más que una fotografía, vídeo o texto, lo que más me interesaba de mi proyecto Tuyos, Míos y Nuestros era la experiencia de realizar ese acto “no cotidiano”.
Creo que el proyecto habla muy bien de lo que son las relaciones humanas, otro tema que me interesa mucho, y de las múltiples maneras en las que puedes conectarte con otro. Un contacto, una caricia a través de una prenda de vestir.
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