Basado en el texto esquemático de Noam Chomsky “Top 10 Media Manipulation Strategies” (10 principales estrategias de manipulación por los medios de comunicación). Cómo encontramos estas estrategias en la psicología contemporánea y en sus productos.
La manipulación psicológica se refiere tanto al tipo de manipulación que los medios de comunicación pueden ejercer sobre quienes consumen sus (no) mensajes como a operaciones de control facilitadas o incluso activamente promovidas por la psicología en el sentido más lato y actual. Ese sentido de la psicología es el de una lógica de generalización cuyo público es la masa, institución anónima que congrega a todo el mundo sin representar a nadie.
El poder de sus estadísticas y métodos verificados (¿por quién? ¿en qué condiciones?) resulta de una necesaria violencia contra la singularidad, ya que esta perturba la generalización y la uniformidad, y se opone a la destrucción de aquello minoritario y único. Pero ojo: la psicología no nombra aquí necesariamente todo lo que se remite a su nombre, a la vez que nombra prácticas que se sitúan fuera de ella.
1. la estrategia de la distracción
Lo mismo es decir: invitar a concentrarse en algo que no es crucial. Esta concentración por desvío consiste en “vaciar el pensamiento”, práctica meditativa que encontramos hoy en día bajo formas degradadas en prácticas que se afirman, a veces, terapéuticas. Al representar los problemas como externos e invitar a no juzgar, el sujeto desaparece. Y lo social, también.
2. crear problemas y después ofrecer soluciones
En este caso la psicología funciona como un espejo de los medios de comunicación cuando trata de disipar la posibilidad de soluciones efectivas. ¿Cómo sucede esto? Tratando los problemas como efectos imaginarios de un real casi siempre idealizado (el universo te ama, ese es tu karma, etcétera).
3. la estrategia de la gradualidad
Para la psicología actual, es muy importante no escuchar verdaderamente al otro. De este modo se percata de tener que escuchar algo potencialmente indeseable, por ejemplo: algo que implique revisar los supuestos mismos de la psicología.
4. la estrategia de diferir
Otra vez la función espejo. Donde los informativos y los periódicos amenazan con un futuro siempre peor o más incierto y hacen gala de la desgracia ajena (que podría ser la nuestra, es el mensaje indirecto), ahí la psicología contemporánea habla del “aquí y ahora”, una sutil estrategia de alienación y sometimiento. ¿Acaso nadie escucha un imperativo en esas palabras? “¡Aquí y Ahora!” – es la voz misma del Amo, inconfundible. Y nosotros, aquí y ahora, a sus órdenes, enajenados en un presente que no existe.
5. dirigirse al público como criaturas de poca edad
Los referentes de la psicología actual quizás no lleguen hasta el mito del niño mayor (puer senex), pero sin duda mitifican a la inocencia. También confunden la no violencia con la no agresividad e incluso con la aceptación pasiva de lo externo (forma de aludir a lo social), que estaría totalmente separado de lo interno y de lo propio.
Así que para la psicología, como para el capitalismo, somos todos unos críos, y como tal debemos estar quietos y ser obedientes. ¿Para qué crecer? Los grandes tienen muchos problemas.
6. utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión
Lo emocional y lo espiritual son entendidos de formas parciales y se imponen al conocimiento del otro, ya que hay un saber de la psicología que debe ser verdadero. Esto da pie a que no haya más transmisión que la iniciática (grados de reiki, facilitadores de salud, e incluso, hay que admitirlo sin ningún tipo de pudor, el dispositivo del pase entre los psicoanalistas que todavía no han sabido abandonar la psicología o la masonería).
7. mantener al público en la ignorancia y la mediocridad
Elemental: hacer creer que somos más limitados de lo que en realidad somos (aunque aquellos límites reales como son las dificultades económicas, los síntomas de difícil tratamiento y la mortalidad – sean estratégicamente evitados).
No menos elemental: confundir la relatividad del conocimiento con un relativismo ingenuo (como todo es relativo, nada es más cierto que otra cosa – lo que casi siempre es falso, porque la certidumbre está determinada por la posibilidad de verificación, y quién verifica es quién observa, es decir, un sujeto).
8. estimular al público a ser complaciente con la mediocridad
Es común confundir la simplicidad de un pensamiento vivo y sano con la sencillez de un razonamiento básico y a menudo confuso y lleno de contradicciones. Sin sorpresa, también se suele confundir austeridad voluntaria con miserabilismo, frugalidad con privación autoimpuesta, pulsión con necesidad, opinión con verdad… Pero es todo muy complicado, ¿verdad? Y nosotros aún somos niños.
9. reforzar la autoculpabilidad
Si la responsabilidad se confunde con la culpa, la responsabilidad se diluye, y la libertad se confunde con algo que no es… para desaparecer, como se está viendo.
10. conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen
Se trata de la estrategia de continuamente recoger información acerca de cada uno aún sin darnos cuenta, como sucede con las redes sociales – donde exponemos desde datos biográficos hasta nuestra forma de pensar, reflejada en comentarios, preferencias, comportamientos y recorridos en internet – pero también con las cámaras de videovigilancia, la audiovigilancia bajo la que se encuentran potencialmente todos nuestros teléfonos, así como el correo electrónico, historial de pagos y otros movimientos con tarjeta, historial clínico (biometría), currículum, recorridos reales a través de dispositivos electrónicos (RFID) u otros… a la vez que se nos entrena para la despreocupación de los controles a los que estamos expuestos. Volvemos así a la primera estrategia, la distracción.