Freud y el glamour

…verás, Sócrates, que cuándo asociamos [o asignamos] a los nombres estas letras [grámmata] (el alfa, el beta, y cada uno de esos elementos) a través del arte gramatical… [grammatiké]. Platón, Crátilo

La palabra glamour viene de la voz escocesa glamour, alteración del inglés grammar [gramática]. (…) inicialmente tenía el significado de hechizo. Etimologías de Chile

Freud se refiere al poder de ensalmo que tiene la palabra, en concreto la palabra del psicoanalista. La palabra del analista ¿cura? ¿De qué hablamos cuando hablamos de cura? Curar, en el psicoanálisis, no se encuentra en dependencia de una virtud o propiedad curativa en sentido terapéutico: el psicoanalista no tiene esa fuerza (virtus) ni puede apropiarse de una expectativa de curación, que remite a una demanda de supresión del síntoma. El síntoma es, hasta cierto punto, la pauta sobre la que se inscribe necesariamente la música del análisis, su ritmo y su armonía (articulación). Por eso no sorprende cierta vinculación de la palabra del analista (de la que es parte innegociable el silencio) con el aspecto de encantamiento del significante. Ese canto que libera el discurso del paciente de la impaciencia de lo unívoco es el cuidado mismo al que Heidegger llama Sorge. Cuidar (en catalán: tenir cura) no es, por eso, una solución para un problema, como pretenden ser las herramientas de la psicología que no atiende a la causa del mal o de la queja – eso que el paciente aporta. Cuidar es más bien una resolución dinámica, una deseducación que lleva a reconsiderar la vía de cierre del significado.

Como en el juego en que se trata de descubrir las diferencias entre dos imágenes aparentemente iguales, también el análisis pon en juego diferenciaciones sutiles que permiten reconocer el carácter posiblemente ilusorio del semejante. Por eso, quizás, el poder de ensalmo que Freud discernía en su palabra, cuando actuaba la función analítica, era la operatividad misma del imaginario circundando y definiendo una simbolización orientada hacia el descubrimiento de un real específico de un determinado sujeto. Esto quiere decir que el sujeto es un sujeto determinado porque su singularidad es irreductible y en la medida de esa imposibilidad (de ser reducido) se revela como sujeto que no es susceptible de determinación en cuanto a su sentido. Un sujeto es un significante sin significado, y eso lo anima en una búsqueda de sentido.

El cerne de esa búsqueda por el análisis requiere un saber que no se conforma con ninguna disciplina: una especie de glamour inalienable.

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