[Aquarela de Miquel Barceló]
De la finalidad a la que tienden todas las asociaciones humanas.
[Éclair sur l'association humaine]
Pese a los enormes abusos de poderes que gobiernan la tierra, todas las asociaciones humanos, sean del género que sean, tienen generalmente una finalidad única que salta a la vista, y que nadie puede contestar. Pues se la ve inscrita, no solamente en el deseo íntimo de los gobernados, sino también en todas las hipocresías de los gobernantes, que son obligados a colorear con su nombre sus torpezas o sus atracos a mano armada, y que, dañando a la especie humana en sus bienes, en su descanso, en su vida misma, no se permiten sin embargo negar formalmente esta finalidad auténtica y mentirle abiertamente al pensamiento humano.
Ahora bien, esta finalidad a la que tienden en realidad todos los gobernados en todas las asociaciones humanas, y a la que tienden por lo menos en palabras los gobernantes, ¿cuál es? ¿No será la de ver reinar y establecer entre los hombres reunidos y en la fuerza soberana que se presenta para regirlos, una justeza, una justicia, una sabiduría, una previdencia protectora, una especie de orden poderoso y fecundo, desconocido por el ser puramente animal y no inteligente, un orden que no pertenece más que a la clase distinguida del hombre, es decir, a la clase pensante, al manantial del pensamiento, y por consiguiente que sea divino, puesto que, según todas las nociones humanas, no hay sino semejante fuente de donde puedan manar todas esas propiedades?
En absoluto nos alejaremos diciendo que son los frutos puros del pensamiento divino y la base misma de esta luz positiva que los publicistas y los educadores de las naciones quieren así alcanzar en todas sus doctrinas, pues todos pretenden haberlo alcanzado, y tener la seguridad de querer persuadirnos de ello, mientras que, por sus desprecios y sus tinieblas, quedan a gran distancia de ellos, y parecen llevarnos a su opuesto.
En efecto, si la finalidad a la que quieren conducirnos es este orden poderoso y fecundo desconocido del ser puramente animal y no inteligente, ?porqué van entonces buscar los elementos de la asociación humana en las simples necesidades de nuestro ser material y físico?
Entre los numerosos publicistas que dieron este paso en falso, citaré solamente a Helvecio, en su Ensayo sobre el derecho y las leyes políticas del gobierno francés. Él hace nacer del trabajo libre el acervo de los víveres; y del acervo de los víveres, él hace nacer la propiedad, que considera entonces como siendo de derecho natural; y finalmente de la previdencia natural al hombre, él hace nacer la reunión de las fuerzas para la conservación de las subsistencias y, por consiguiente, según él, la formación de las asociaciones.
Pero en todo esto, no veo nada que se eleve por encima de la clase no inteligente y puramente sumisa a la ley física. Pues percibo entre los animales varias especies que se dan al trabajo de acumular para su subsistencia, y que, para conservarlas, cuando son amenazadas, viven también asociados, sin que sin por eso derive de ello un estado social político conforme a esta finalidad sublime del que hemos hablado, y que los publicistas se plantean; e incluso la palabra libre, que emplea Helvecio para pintar el trabajo del hombre, no prueba nada en este caso; pues el trabajo en cuestión debió, según los escritores, haber tenido lugar para el individuo, antes de que ese individuo fuera miembro del cuerpo social, y que su posesión deviniera propiedad; así este trabajo material libre individual no explica la transición del estado natural al estado político, y no se muestra de forma evidente como el elemento positivo de la asociación, puesto que un hombre que no poseyera nada no podría jamás devenir miembro de la sociedad.
Por otra lado, esta previdencia que los publicistas atribuyen al hombre, porque ellos no conocen sino el hombre civilizado, está muy lejos de hallarse universalmente en el hombre salvaje que ellos estudian mal, y de quien sin embargo quieren hacer derivar todos los ingredientes morales de que necesitan para componer el hombre político. De hecho, Rousseau, que en este género no se ha ido más allá que ellos, nos dice que ciertos salvajes venden por la mañana su hamaca, sin pensar que la necesitarán por la noche para dormir.
Los publicistas no están mucho mejor fundamentados en su opinión sobre la propiedad considerada como base de la asociación. El viajero de Vaillant nos dice, que entre los Hottentotes, nadie tiene el derecho de retener lo que pertenece a todos, y que la menor inigualdad sería la fuente de los mayores infortunios; dice también que tal es el carácter del verdadero salvaje, y que así es la naturaleza.
Si la propiedad en común es la de la naturaleza, entonces la propiedad individual ya no lo es, o ella no debió dejar de serlo sino después de la otra, tal como juzgó Rousseau, al decir que aquél que fue primero en encerrar un campo y lo miró como suyo, fue el enemigo del género humano.
Consecuentemente, esta propiedad individual no será el primer elemento de la asociación, o hará falta contradecirse, y mostrar ahora esta propiedad individual como anterior y más natural que la propiedad común; enseguida hará falta demostrar por la misma inconsecuencia el orden social civilizado de los grandes pueblos como siendo de un nivel más cercano a la naturaleza que el orden salvaje, puesto que entre estos grandes pueblos civilizados, uno está bien lejos de la propiedad común, y nadie piensa en otra cosa que no sea su propiedad particular.
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Imprimerie et librairie du Cercle Social
Hola! Hace ya tiempo, motivado de poder integrar nuevas metodologias para nutrir mis procesos creativos me encontre con dudas sobre los metodos entre disciplinas distintas, todas dentro de las ciencias sociales. Un dia un profesor de sociologia me dijo que la unica diferencia en los ámbitos de estudio entre la antropologia y la sociologia radica en que la sociologia estudia relaciones en las que existe siempre un interes mutuo. Que los lazos de parentesco, las aficiones deportivas o la pasión intelectual, no suelen formar sociedades y que en realidad una sociedad no se cuenta por lo grande o complicada que resulte, si no por los lazos de dependencia mutua que genera y que en ocasiones algunos animales muestran modelos que se pueden considerar como sujetos de estudio para la sociologia.
Al leer tu texto teniendo estas ideas en cuenta me han saltado varias inquietudes. Es claro que desde la aparición de la fe como concepto, el género humano ha buscado ubicarse siempre lo mas cerca posible de una condición divina que le transciende de sus necesidades físicas y sublima la condición humana, su pensamiento y su conciencia….
Sin esta idea de trascender no tendríamos justificación para la existencia de monarquias que no la defensa de los bienes materiales, de los usos y de las costumbres.
Actualmente en la voracidad de un capitalismo que ya no conoce limites, los tiempos dictan lecciones sobre como un Berlusconi puede desplegar abiertamente su poder sin preocuparse ya por su condición moral o de justicia frente a los que representa y al sistema judicial.
Parece entonces que las instituciones que primeramente sustentadas en una fe o intelectualidad divina y que ahora adentrados en una modernidad que ya no es ni post, ni trans, ni plastica… ya no obedecen limites como lo dicta ya el sistema. Ahora se busca no perder el hilo y subsistir dentro de un capitalismo que ya no conoce puntos de llegada ni formas, que se comporta curiosamente de un modo casi caotico hoy que la ciencia en su hambre de medirlo todo, toma otra vez modelos en la naturaleza y por supuesto el capitalismo toma nota de ello y lo convierte cuanto antes en productos de consumo deseables y accesibles.
Havemos muchos que estamos inconformes y que inocentemente levantamos voces para anunciar el fin de este modelo de sociedad aun cuando ni en nuestra imaginación lo podemos ver cerca. Por otro lado es aún mas facil prender la maquina, apretar el boton y dejar que todo funcione, vender nuestro tiempo, capacidades e inquietudes a cambio de una mensualidad que nos permite reproducir nuestras necesidades básicas y si tenemos la suerte de vivir en algún sitio privilegiado como Europa, Australia o EEUU, poder acceder a algo de cultura, entretenimiento o deporte según queramos para disfrutar de nuestros ratos libres.
Vivimos en un sistema que como maxima garantia para lograr un estado de igualdad nos ofrece la representación, en el nivel intelectual la democracia es infalible y si no tomamos en cuenta dobles moralidades y oportunismo historico, tendríamos modelos de democracia real en países como Suiza o Dinamarca. Por otro lado en el nivel macro, consideramos como normal tener en los supermercados productos que cruzan aranceles trasatlanticos y tenemos el descaro de considerarlos como parte de la oferta básica y exigimos tengan un precio accesible aún cuando esto genere condiciones de esclavitud y miseria en los países productores.
Si un dia dejamos de ver a los demás ya como competencia, ya como integrantes del modelo capitalista que nos pueden arrojar un beneficio al costo de la reproducción de sus formas de vida y si no dejamos de distinguirnos como merecedores de una condición mas “civilizada”, “cultivada” o “de derecho” en relación a los otros, no estaremos ni cerca de lograr nuevos modelos para vivir en sociedad y aún salvando estos obstáculos tendremos siempre de muy cerca la tentación de integrarnos otra vez en el sistema.
En un seminario sobre planificación escuche esto: “Solo es provechoso un contrato en el que todas las partes integrantes resultan beneficiadas, todo lo demás es una mierda” Si para una sociedad los que logra que se sus partes se mantengan unidas son los intereses mutuos, según los criterios de una buena planificación: es claro que vivimos en la mierda.
“…por supuesto el capitalismo toma nota de ello y lo convierte cuanto antes en productos de consumo deseables y accesibles.” Es el problema de la co-optación, Ángel. O de cómo el capitalismo y su ideología de gobierno, la democracia, fagocitan lo distinto, lo emergente e incluso lo resistente para asimilarlo a su máquina “integradora”. Hablando de democracia, ni Suiza ni Dinamarca son modelos deseables, ni tampoco el régimen de la Grecia clásica, con su representatividad profundamente excluyente. A ver qué somos capaces de inventar.