La filtración de información es un movimiento decisivo mediante el cual se redirecciona una información que estava destinada a quedar fijada en un destinatario concreto y con una finalidad objetiva. La percepción del valor de esa información puede suscitar el interés de venderla, convirtiéndola en mercancía cuyo valor es susceptible de especulación, o compartirla, subvirtiendo el supuesto determinismo de su destinatario y de su función y reconfigurando, en consecuencia, las relaciones de poder sostenidas e implicitadas por esa información. Aquello sobre qué informa se convierte de alguna forma en sujeto de conocimiento, mientras quien había obtenido y transferido la información y sobre todo quienes se habían beneficiado de ella quedan en evidencia. La percepción de su poder por parte de aquellos sobre quienes se les había informado queda periclitante, sufre una devaluación importante.
Aunque no se habla de filtración respecto del dinero, la filtración de información encuentra un correlato por oposición en el blanqueo de capital, ya que deja una mancha indeleble en los nombres de los destinatarios de la información y sembra dudas sobre las percepciones previas respecto de los objetos de información, que se ven autorizados por la filtración a dudar de quienes sobre ellos han recibido e incluso demandado información. Al menos en un sentido, se trata de un problema para el capitalismo al saquear no dinero sino información detenida de forma posiblemente abusiva pero en todo caso aparentemente lícita por instituciones o actores institucionales en ámbitos de decisión. Eso pone en tela de juicio la legitimidad misma de esa detención de información, al igual que a la legal pero injusta distribución de poder. En efecto, lo que caracteriza la democracia de hecho es no ser de hecho democrática. No es “el pueblo” quien tiene el poder; el pueblo, colectivo que comulga su asunción de impotencia, tan solo tiene más o menos fe en esta o aquella institución partidaria. La democracia es constitucionalmente falaciosa porque la ley solo es legal e incluso lícita en cuanto nombre, es decir, en términos de lenguaje – donde se juega efectivamente el poder.
El poder de la “filtración de información” es el poder de exponer la injusticia en la distribución de información (privilegiada y exclusiva para unos, estandarizada y falsificada para todos los demás) y levantar el velo que cubre el despudor del poder (político, financiero, informativo, estético, especulativo). La filtración es justamente un acto de filtrar, dejando al descubierto las impurezas, la imundícia. Su saqueo no es ilícito; ni siquiera le quita propiedad a quien la tiene, ya que quienes la poseían, la detenían impropiamente. Así va el dicho ‘popular’: ladrón que roba ladrón… Su respuesta lícita no es condenar a quienes les ponen a decubierto sino justificar, por ejemplo, el uso que dan a la información, qué conocimientos y decisiones basan en ella, y justificar la existencia misma de la órbita a que estaba restringida. Efectivamente, la filtración es exorbitante. Tiene la virtud de sacar el orden del secretismo de su órbita circular aneconómica, irrenovable e insostenible.
La filtración -o intercepción con finalidad difusora- de los cables por WikiLeaks no supone una nueva forma de escribir o de hacer periodismo porque se sigue hablando por interpuesta persona y porque en general los cables, aunque estén disponibles, están expuestos para la mayoría de lectores a una segunda filtración que es la mediación periodística, una interpretación que marca precisamente los períodos, que hace escansión re-velando significados: destapando un velo para velar por otros. Pero sí supone un cambio en la forma de detener la posesión de información y empezar a liberar su olor. La filtración expone el hecho de que el poder del Otro, que podía inspirar el miedo, también puede transpirar su propia desorientación, terror y paranoia. Y da fe de su intrínseca, sistemática y perversa injusticia. En francés y en catalán, filtro -filtre- contiene fil, hilo, como si el acto de filtrar descorriera o escurriera de unos hilos; y en la filtración de cables se trata de dejar escurrir unos hilos, unos cables que luego hay que atar -o no- para hallarles sentidos en la trama escriptural de los poderes y hacia su re-escriptura y, más aún, a su re-publicación.