Sí, ¡lo hemos realizado! Hemos producido un vídeo a través del cual venderse como putas y para ser convincentes nos hemos calentado cuidadosamente haciendo un laboratorio pornoestético. Huéspedes en el espacio del Hangar en Barcelona, durante el único festival de postpornografía en Europa, la Muestra Marrana en su sexta edición: un evento donde lo que para muchos es solo una película cyberpunk se hace realidad. El hecho de que exista la Muestra Marrana es una promesa de redención para toda la humanidad. Amen.
Este año Rosario Gallardo presentó un corto de la serie Porncast: “Porncast 01: rispettabilità” (“respetabilidad”) que podéis ver integralmente siguiendo el enlace. Modestamente, son poco más de una docena de minutos de irreverente lucidez temática sobre la respetabilidad femenina. Una reflexión sobre un concepto de valor forzosamente manipulado por el que renunciamos a la objetividad en la valoración de los eventos hasta el punto de desistir de observarlos para seguir confiando en el dogma, bajo la amenaza que con demasiada inconsciencia percibimos como siendo el acaecer natural de los eventos. Hemos introyectado el concepto de Dios legislador y su única rival es la puta Eva.
Siguiendo una exploración sobre la naturaleza de estos temas propusimos un laboratorio en el que poder contactar con nuestra Puta interior ¡poniéndonos sus trapitos! ¡Qué gran tabú se está infringiendo! La alegría del vivir fluyendo, el tocarse los genitales, adueñarse de los poderes de la seducción, disfrutar de una sexualidad explícita y cotidiana puede ser un medio de subsistencia, pero sobre todo de libertad. La puta es una identidad o un menester relegado hacia las sombras, destruir esas fronteras es un instrumento de autoliberación! Puta se ha vuelto el nombre de mi “nitro” por los disparos explosivos: bruuuuuum! Me hace salir como una bala y de un batacazo del alcance inquisidor de las masas, que en realidad son siempre el Yo en mi cabeza pregonando él solo. Sí, soy puta, ¿y qué? No vale la pena acomodarte a elaborar tu augusto juicio, mi declaración es de autolegitimación ¡y por lo tanto de guerra!
Con el tótem de la Puta Cerda no solo tiene bajo control un ejército de potenciales profesionales del sexo, felices de hacer un buen trabajo que rescataría una posición social superior a la casta política y religiosa, sino además una totalidad de personas que, aflojado el esfuerzo de una autorepresión indiscriminada, alejada de cualquier sentido de autoconsciencia o responsabilidad personal, sería mucho más difícil de manipular y disfrutar. Por eso el taller “videoputas” (lo que veis en este enlace es solo un trailer, el vídeo completo será enviado a todos los participantes y cada uno dispondrá de ello como quiera).
Nuestro propósito fue realizar un vídeo para entregar a la libre circulación, sin amenazas ni insulsos fantasmas insinuándonos que presentar nuestra inmaculadísima, santa imagen, según la norma moral, que eso nos diera un ventaje o protección cualquiera. La liberación de las imágenes, que es una de las experiencias fundamentales de nuestro exhibicionismo, deriva de la necesidad de un discurso sobre la responsabilidad personal y sobre el valor existencial de la colectividad. Exponer nuestra acción pone en circulación un meme y desencadena deseos y pensamientos, mientras ponerse a la vista derriba toda posibilidad de recato moralista y nos inviste con la armadura de guerra. ¡Todo esto es la pornoguerrilla! Ser a escondidas o no ser aquello que puede molestar es una renuncia existencial notable, significa seguir las reglas según las cuales el bien y el mal están escritos en la piedra y no en mi carne.
Pero acerquémonos por unos instantes a estas putas. La prostituta, en los albores de esta profesión, mantenía la huella de alguien a través de cuyos instrumentos eróticos conseguía poder y tenía un rol social crucial: fue la primera casta sacerdotal. Así como el pan y la fuerza física, también la satisfacción y los sentimientos resultantes de las dimensiones eróticas son un patrimonio. Un patrimonio que, por su naturaleza neurálgica para la supervivencia de la especia y en su significado existencial, es el fulcro de la dimensión de lo sagrado. La puta es la diosa en la tierra, esposada, en un sedán, que se arrastra en el lodo que lanzaron contra ella. La sociedad tal como la conocemos nace de esta persecución, pero pronto cambia la retrospectiva.
El hecho es que hoy hay quienes pueden empezar a quitarse el lodo de encima y empezar a mirar a los ojos. Por eso renuncio a conservar una respetabilidad moral convencional, una reputación hipócritamente digna de pertenecer a este “maravilloso” sistema social, que no reconozco y no quiero apoyar. Sí, se le puede escupir a la cara de esta mierda de respetabilidad hipócrita de los cuatro duros, nadie será condenado por haber pecado. Ha sido un puñado de heroicos exploradores quienes hemos realizado videoputas y videoputas está en el aire.
El comercio sexual es un gran tabú ¡que hay que desmontar! Poder disponer de nuestros instrumentos eróticos como medio de sustento ¡es un derecho! ¡Reivindico el derecho a gozar de nuestro potencial erótico dentro y fuera del mercado económico! ¡Reivindico el libre albedrío mal que le pese a un moralismo intimidatorio que todavía se encuentra profundamente entretejido en las convicciones de todos! Este ha sido un ritual de liberación y despertar del coraje y de reafirmación de nuestra identidad, para el que nos inspiramos, además de nuestra experiencia directa, en los estudios de Wilhelm Reich, en la psicomagia de Jodorowsky y en el admirable artículo de Beatriz Preciado, voz del feminismo prosex, “Diritto delle donne al lavoro sessuale” (perdonad los asteriscos en el artículo enlazado, se trata de un lamentable dispositivo gráfico implementado por quién tradujo el artículo y no presente en la versión original). [Traducción al castellano: “Derecho de las mujeres al trabajo... sexual”]
Texto de Rosario Gallardo traducido por Francisco Serra Lopes (teorificios)
Publicado en MilanoX