Colecciones (1) Ideología de los nombres colectivos
Los nombres colectivos son definidos tradicionalmente, es decir, por los diccionarios y gramáticas normativos, como nombres singulares que representan colectivos o realidades diversas. La crisis de la representación se expresa a día de hoy a nivel social como una fuerte sospecha y un rechazo significativo hacia las estructuras del poder político, económico, jurídico y religioso, pero ella es el resultado de un cambio estructural en los discursos. Esa crisis sufrió un importante avance con la invención de la fotografía y las consecuencias que esta tuvo para las corrientes artísticas, así como con la filosofía de Wittgenstein y, más tarde, con el postestructuralismo y la crítica deconstructivista, que supusieron un replanteamiento acerca de la naturaleza del lenguaje y su funcionamiento.
Ante el agudizar de esta crisis de la representación, con su evidente traducción en el plano social, cabe preguntar qué coligen los nombres colectivos. Es decir: si “no nos representan”, ¿qué significan los nombres colectivos, que no harían más que usurpar una diversidad de la que no pueden ser representantes? Para responder al menos parcialmente a esta cuestión, importa distinguir tipos de representación o formas distintas cómo los nombres colectivos se comportan semánticamente respecto de las colecciones que se supone que refieren.
- Hay nombres colectivos meramente cumulativos: cubertería, teclado, rebaño. Ellos parecen designar conjuntos o series entre los cuales no sería relevante hacer distingos; pero ya vemos que, por ejemplo, en una cubertería hay que distinguir una cuchara de un cuchillo o de un tenedor.
- Hay otra clase de nombres colectivos en la que el conjunto es percibido como algo más que la suma de sus partes, pero éstas son percibidas como partes antes que como unidades. Es el caso de enjambre, hojarasca (o follaje), constelación o archipiélago.
- Luego encontramos nombres donde ese efecto de metonimia o extensión cualitativa toma un aspecto simultáneamente cuantitativo y cualitativo, como es el caso de biblioteca y orquesta. La primera, además de designar una colección de libros, viene a referir el lugar donde esa colección se conserva (extensión espacial), mientras la segunda, que puede ser una designación singular de un conjunto más o menos determinado de instrumentos musicales, se utiliza para referir ese conjunto en acto con sus agentes, los músicos.
- Este alejamiento de lo representado relativamente a lo que sería el sentido instituido por el diccionario (los músicos no serían la orquesta porque no son instrumentos) se acentúa en casos como el herbario, una colección de ciertas especies vegetales para fines botánicos que cede su nombre colectivo al del libro resultante de haber coleccionado una serie de plantas.
Pero hay casos aún más particulares de nombres considerados colectivos.
- El órgano es tratado como un nombre colectivo aunque pueda aparecer a la consciencia como singular.
- La red designa efectivamente un conjunto de objetos conectados (aparatos electrónicos, como sean ordenadores, en el caso de una red informática, o personajes públicos en el caso de las redes sociales).
- Por último, el sistema es percibido como un todo pero se desarticula sin sus partes, cada una de las cuales, en el caso de que sean sujetos, es tan responsable por su mantenimiento como capaz de su desmantelamiento o reestructuración.