El arte de la lucha

Las agonistas somos las ciudadanas que luchamos conscientemente por una democracia menos falsa. Estas son algunas ideas para actuar contra la cobardía e ineptitud del gobierno y la banca. Mientras les dejemos gobernar, seguirán mintiendo y expropiándonos.


Información

Los medios digitales –redes sociales, blogs, social news, streaming y demás medios y espacios de opinión e información plural– juegan a favor de las agonistas si se utilizan de forma masiva y no necesariamente concertada. Subvertimos el marketing viral y creamos la difusión expansiva. Aprovechamos la viralidad de lo que empieza por ser un testimonio. Importa verificar la fuente como Michel Foucault y esparcir la información como una agencia noticiosa. Si no hemos estado en el lugar del acontecimiento, es importante cerciorarnos de la veracidad de la información, aunque aparezca como favorable a nuestro punto de vista. Difundir una información falsa o sesgada desacredita las informaciones que se difundan con posterioridad. Es preferible, en todo caso, compartirla con algún comentario en forma de pregunta o duda, salvaguardando el buen criterio de publicación. Las agonistas informadas protagonizamos el nuevo periodismo.

Se ha criticado el enfoque de los medios en el carácter festivo del 12M por el hecho de quitarle importancia al significado político de la manifestación. Es cierto que la intención está ahí. Pero también es importante no quitarle importancia al carácter festivo de los actos políticos: la fiesta tiene un enorme poder de congregación y es un factor que potencia la convocatoria, une más fácilmente a sensibilidades diversas, suaviza resistencias por parte de los opositores y permite prolongar los actos ya que asimila la componente lúdica al objetivo reivindicativo. El carácter festivo es también un arma poderosa en la lucha contra un estado de desánimo. Celebrar la unidad con cantos y risas es una forma audaz y optimista de plantar cara a los que se ríen de nosotros. Quién ríe último… y ellos ya se han reído bastante.

Tiempo

Cuanto más imprevisible para el gobierno sea una acción popular, ya sea o no espontánea por parte de quienes la llevamos a cabo, menos tiempo tendrá para reaccionar y más posibilidades de cometer errores. Innovar en las formas de protesta y actuar con rapidez (tras haber reflexionado sobre la adecuación de los medios a los fines) es tener medio camino hecho para confundir a los ladrones. Cabe señalar que la espontaneidad le da a la lucha un aura mágica y a los agonistas una fuerte sensación de comunión, pero lo que es vital para su éxito es la organización. ¿Cómo aunar una buena organización al factor sorpresa? Gestionando el secreto. ¿Sabemos conspirar? Aprendámoslo.

Otra dimensión que potencia los efectos de nuestra lucha, que son logros parciales, es la duración de los actos. Con persistencia y tenacidad podemos vencer por el cansancio a quienes se nos opongan y agotar los recursos del poder. No nos cansemos de ser profundamente cansinos. Los niños suelen serlo ¿y acaso no consiguen casi todo lo que quieren? Imitémoslos en eso. A veces estar en medio sin hacer nada (ni acción violencia ni de cualquier tipo) también puede ser muy desesperante y agotador para la minoría gobernante. Desquiciémoslos.

Violencia

Aunque el recurso a la violencia es una reacción muy primaria que está siempre presente de forma implícita, un acto explícitamente violento goza de tan poco respaldo social que lleva de forma casi automática una condena pública asociada. El uso de violencia carece de justificación ética y de acuerdo estético, es decir, suele ser percibido como algo indeseable aunque sea fuertemente impactante. Por eso se aprovechan las pocas imágenes de situaciones violentas en acciones públicas: ellas contribuyen a la manipulación de los espectadores, llevados a creer que la violencia no viene de las instituciones sino de las agonistas. También hay que tener presente, para desmontarlo, el modo cómo se embellece la violencia policial – confundiendo la ley con su aplicación coercitiva, identificando la paz con un orden hegemónico y representando como seguridad un estado de vigilancia, regulación y exclusión.

Seducir a las fuerzas represoras. Las fuerzas que actualmente reprimen de una forma más directa, en la calle, son marionetas en manos de poderes numéricamente minoritarios cuya superioridad necesita la fuerza para imponerse. Esto es así porque su poder se lo atribuimos nosotros con nuestro miedo. Los partidos que gobiernan dependen del dinero que nos saquean a través de los bancos, que los financian, y del que descuentan de nuestros salarios para malgastarlo en partidas presupuestarias inaceptables. Puede que no guste seducir al poder, pero es todo un clásico… justamente porque puede ser muy efectivo. El día que la policía luche a nuestro lado, caerá el gobierno y la democracia dejará de ser lo que no es. Así como entre nosotras se han colado alguna vez algunos hinchas más folloneros, también hay una minoría ruidosa de verdugos que podemos aprender a contornar para echar la mano a los demás funcionarios de la policía, que sufren los mismos recortes y las mismas políticas despóticas por parte de sus superiores y del führer de turno en Interior.

Recursos

La ineficacia de la fiscalización y del sistema judicial premia sobre todo a quienes perciben mayores retribuciones salariales y otras ganancias susceptibles de declaración. En efecto, se espera de esos contribuyentes una participación proporcionalmente mayor en el presupuesto general del Estado y en particular en el gasto social a través de la tributación fiscal y de la contribución a la seguridad social. Sin embargo, los principales contribuyentes (y no solamente las grandes fortunas) son frecuentemente los que más esquivan esa responsabilidad – derivada del pacto social vigente. En la situación actual, practicar el fraude de forma tan sistemática y consciente cuanto sea posible es, más que legítimo, necesario para equilibrar los efectos del botín, recordar a los culpables de la crisis que ni lo olvidamos ni se lo perdonamos y señalar la ineptitud del estado de vigilancia. Se trata de poner en entredicho una ley que no hemos escrito y ridiculizar lo que queda del Estado. Además de paternalista, es odiosamente injusto: controla y persigue a los que menos tienen y da rienda suelta (e indulta) a los que más pillan. Es hora de devolver las promesas de la publicidad y los regalos del capital: engañar al Estado y a los jefes, practicar el fraude con alegría y sentido de estrategia, redistribuir lo que aún queda según nos parezca más justo.

Espacio

La danza es un lenguaje que tiene lo particular de que todo el cuerpo puede entrar en juego. En cuanto forma de expresión, puede ser una vía de evasión e incluso alienación, pero también una forma de acción, defensa o lucha, como fue en su tiempo la capoeira. ¿Qué pasa si empezamos a bailar en el espacio público? ¿Nos lo prohibirán? ¿En base a qué argumento? La danza puede ser un recurso de lo más desconcertante para el poder. Su sentido no es fácilmente determinable, así que nos da la libertad de expresarnos sin utilizar palabras. En la era de las imágenes, la danza tiene la capacidad de llenar pantallas de cualquier dimensión. Y al ser un lenguaje al que se pueden añadir otros elementos y cuyos participantes pueden ser en número ilimitado y no necesitan formación técnica, está claro que puede dar mucho de sí.

Sembrar la buena duda

Todos los logros son éxitos. Incluso lo que se puede vivir como un contratiempo o un revés es ciertamente un evento que reciclaremos como un nuevo aprendizaje. Siempre nos estamos acercando a lo que queremos, mientras seamos conscientes. Es importante manifestar esa consciencia para que quienes dificultan nuestra lucha puedan al menos dudar de su posición. 

Más reflexiones: TomaLaPlaza.