Cuando oyen el ruido de la goma en el entarimado reluciente, aún temen las botas de los policías. Cuando oyen un ruido seco y preciso venido desde fuera, les resulta inevitable imaginarse sus escopetas. Pero solo en el recibidor se confunden los olores del afuera y de adentro: jazmín mezclado con recuerdos de pólvora, incienso y humo de los coches, anís. Y humo de tabaco.
Para Juan, lo más difícil no era conseguir la discreción de cuatro o cinco personas sino el hecho mismo de reunirlas. Al final, bajo el pretexto de que se presentaría un importante ensayo durante una inauguración, pudo convencer a algunos alumnos a que vinieran hasta el Club Lev.
Miquel quisiera contribuir a una réplica de la Toma de la Bastilla pero tras encenderse en alabanzas por sus ideales republicanos, y sintiéndose solo en la forma de traducirlos en frases posibles, terminó cerrándose sobre sí mismo pero no como una nuez sino como una ardilla que escucha. No fue difícil reunir a otras ardillas que, como convenía, desconocían serlo.
María, tras el alumbramiento, no se redujo al cuidado del niño que naciera sino que lo nombró S y lo declaró hijo de la humanidad. Consciente de que su leche materna podría eternizarse so forma de un lazo perverso, rezó para que esa leche se convirtiera en semilla de revolución y se comió un enorme pan ázimo con otras hermanas y hermanos alumbrados. Obedientes a su llamado, aunque no sumisos, la siguieron hasta el Lev.
Iago, puer senex, no tenía porqué llevar acompañantes pero le vieron llegar con un reducido y castizo grupo de ancianos. Se miraban entre ellos y luego a los demás, divertidos. Cada uno sentía sus opiniones y pensamientos, y les daba forma de nubes lógicas en sus aguzados razonamientos.
Asier llegó por último. Claro que fue llegando más gente, pero los cinco ya estaban allí y nadie más lo sabía, aunque una o más de uno pudiera sospecharlo. Era la tercera Nit Bakhtin y las señas se iban haciendo más complejas a la vez que el entendimiento se simplificaba. La ambigüedad, incorporada en los miembros, se hacía luz hacia la comunidad. Aún en el desconocimiento de la forma que tomarían las acciones, se podía intuir diestramente -cuando no de forma siniestra- la finalidad de las mismas.
¿Quién no se ha dejado seducir por una promesa de revelación? Sin desilusión no hay progreso, y sin angustia no sale a la luz el talento de un hombre de genio. – Al escuchar estas palabras, y no sin dejar la herencia efímera de una sonrisa equívoca, Juan se separó de los suyos.
No creo en la posibilidad de cambiar el mundo, ni siquiera la nación, ni siquiera un gobierno local si no hay sangre escurriendo por la piel, si no veo rostros desdibujados por líneas de sangre, si la sangre de los hijos no se esparce por las calles. – así habló Zoroastro. A lo que añadió Frederico: – Pero quizás la sangre pueda contenerse si hay incontinencia de palabra, si no erigimos otro dios donde hemos sepultado el anterior, el antiguo. De ese decían que era el verbo, pero lo agotaron en palabras determinantes, en definiciones que hicieron de él algo tan fino, tan fino… – Ya lo sabemos – atajó uno menudo y cenceño -, tan fino que se finó. A ver qué dice uno, que no nos vayan a confinar.
Tras la salida de Juan, luego de Miquel, María se afanó en decidir qué hablante debía interrumpir con su retirada. Pero los alumbrados eran especialmente silentes. Entonces lanzó una pregunta al aire: ¿Tomaréis vino? Todos menos una levantaron la mano estirando los dedos índice y el medio al mejor estilo pantocrátor. Yva se contuvo. ¿No quieres vino? – insistió María, experimentada en el disciernimiento de los corazones. Pero recibió como contestación: “Hermana, no es que no quiera vino, sino que quiero se haga mi voluntad no porque lo quieres tú sino porque yo lo quiero”. Conociendo sus pensamientos y su determinación en mantenerse fiel a su eximia locura, María se retiró ensayando un trasnochado baile con sus mantos que llamó la atención de todos, menos la de aquellos que nunca dejan de estar atentos.
Como Asier, por la singularidad de su rol en el acto final, ya se había retirado sin que nadie se enterara, solo le quedaba una elección a Iago. Efectivamente, esa noche había una inauguración, sin la que Juan no hubiera podido traer a sus alumnos. Por eso Iago había decidido conducir al grupo de ancianos a ras de muro, enseñándoles los cuadros que de ahí colgaban como condenados. Fue al verse retratado en uno de ellos, abstracto, enmarcado por un paspartú de límites irregulares, como si lo hubieran cortado mal, que se detuvo algunos segundos considerando si era él su propio elegido. Meándose encima, se disculpó ante los sonrientes ancianos y se sumió en un agujero negro.
Aunque el hecho de coincidir en aquel local no demandara ninguna autorización, no dejaban de ocupar un espacio, algo que otros querían ver como un acto ilegal. En realidad, cada Nit Bakhtin tenía la particularidad de ser más impredecible que casi todas las manifestaciones espontáneas, y en eso era insusceptible de ilegalidad. La Nit Bakthin sucedía o no sucedía según tuviera éxito o no el lastre secreto de su funcionamiento. Es decir, la Nit Bakhtin solo tenía lugar verdaderamente tras la desintegración de su puesta en escena, tan fulminante e imprevista como la puesta en escena misma.
De hecho, no se conocía el nombre de quién había nombrado Nit Bakthin la consecuencia de cierto desenlace premeditado: el que interrumpía, como quien escande un verso, una conversación provocada en el momento en el que emerge de forma inequívoca la voz inconsciente de algo que tiene que darse.
Fotografía: © Løber Nøgen 2010 www.lobernogen.com
“Løber Nøgen is an artistic community founded at Fatamorgana The Danish School of Art Photography in Copenhagen in august 2006.
The core of Løber Nøgen – Danish for ‘running naked’ – consists of six individual, working photographers hailing from France, Norway and Denmark. However, when meeting for projects more or less people may be involved depending on circumstances.
The overall idea is to explore what the six founding members essentially have in common. Personal styles and boundaries are annulled and vanity is left behind in a childlike attempt to lose one self in rediscovering what is so very familiar to the Løber Nøgen group namely the medium of photography.”